Cumpleaños a su medida: De 1 a 6 años
agosto 22, 2012 4:12 pm“El sábado cumplo 4 años y quiero celebrarlo contigo. Haremos una gran fiesta en el campo, donde comeremos, habrá payasos, merienda y mil sorpresas más. ¡No faltes!
Cumplir años se ha convertido en todo un evento de curiosa y difícil organización logística. Celebrar el aniversario del nacimiento de nuestros hijos es, sin duda, una costa estupenda y necesaria. Pero en ocasiones, la frontera entre convertir ese día en una ocasión especial y familiar, o una celebración desmedida e incluso dañina para ellos, es difusa.
Hacer una fiesta por el cumple de tu hijo supone una ocasión ideal para demostrarle nuestro cariño, hacerle especial y único recordando ese momento. Aunque a simple vista nos parezca que ton sólo se trata de una gran fiesta, estas celebraciones son una oportunidad perfecta para potenciar unas cuantas virtudes, que ayudarán a nuestros hijos a “hacerse” mejores personas.
DESPLIEGUE DE MEDIOS
Payasos, cine, piscinas de bolas, castillos hinchables, bolsas de chucherías que escandalizarían a los pediatras, invitaciones personalizadas, listas de regalos en jugueterías, numerosos invitados…. son elementos cada vez más habituales que rodean a las fiestas de cumpleaños. El tema NO ES PONER EN DUDA SI NUESTROS HIJOS SE LO MERECEN O NO, CLARAMENTE SE MERECEN LO MEJOR, SINO EN PLANTEARNOS QUÉ ES REALMENTE LO MEJOR PARA ELLOS.
Es cierto que estamos en tiempos muy distintos a los de antes. Las familias de hoy son notablemente menos numerosas que hace unos años (lo que hace que podamos permitirnos) con uno a dos niños, lo que antes con cinco era impensable). Además, que la madre trabaje fuera del hogar y disponga de menos tiempo hace que tenga que recurrir a contratar servicios externos (empresas de ocio) para poder celebrarlo. Y, por último, las casas suelen ser pequeñas y es imposible juntar en ellas a un montón de niños.
Pero también es cierto, que las necesidades han cambiado y probablemente, lo que antes hacía a un niño feliz, ahora es insuficiente. El afán de los niños por querer y pedir más, suele ser directamente proporcional a la capacidad nuestra de darles lo que quieren. Nos pasa a los adultos: cuanto más tenemos, más queremos. Y se difumina la línea de lo necesario y lo superfluo.
Confundimos el educarlos bien, con el que no les falte nada. Sin quererlo, potenciamos a los pequeños unas necesidades un tanto peligrosas, que van creciendo conforme más les damos y, mientras antes éramos felices en nuestro cumpleaños con la comida especial o con la visita de nuestros primos, ahora es difícil contentarlos incluso con las decenas de regalos. Es verdad que cada vez cuesta más hacer de un momento una ocasión especial, porque nos volcamos a diario ofreciéndoles, con nuestra mejor intención, demasiados medios especiales para su satisfacción.
DIFÍCIL ELECCIÓN: LOS INVITADOS
“Pues como no me prestes el carrito, no te invito a mi fiesta”. Javier cumple 3 años y ya tiene muy claro que a su fiesta solo irán los que se lo merezcan. Lleva unos días amenazando a sus compañeros de clase con no invitarles si no hacen tal o cual. Alrededor de los cumples, se crea una auténtica guerra de “bolitas” de amistades, que, sin quererlo, potenciamos o les damos mayor importancia los padres. No olvidemos que en estas edades, los niños todavía no tienen capacidad crítica y sus amistades son fruto de la necesidad, oportunidad y son casi siempre interesadas.
No podemos perder de vista que se trata de una ocasión ideal para que disfruten, que conozcamos a sus compañeros y veamos cómo se desenvuelven con sus amigos. Así que, habrá que pensar bien cómo hacemos esa selección e incluso, si es bueno potenciar en niños tan pequeños esa necesidad de elegir o discriminar sin apenas termómetro convincente.
“Yo me junto con unos 30 niños –comenta agobiada otra madre- hemos invitado a toda el salón, los vecinos y los primos. Los llevamos a cenar fuera de casa, con tanto niño, es imposible” A veces queremos asumir tantos aspectos que la celebración se va a nuestras manos: que si hay que invitar a todos los que invitaron a mi hijo, que si esta mamá dirá tal o cual, que si todo el salón para que no se ofendan… Tendremos que plantearnos si nos compensa hacer ese gasto extra, buscar otra solución, o incluso esperar a que el niño cumpla algún año más y sea más consciente y pueda disfrutar mejor el evento.
CAPACIDAD DE ASOMBRO
“¿Éste es tu regalo?, vaya tontería. Yo no lo quiero”. Silvia cumple 6 años y culpa tiene ella de su reacción, ante las pinturas que le traía una amiguita. Sin embargo, debemos educarla en que, le regalen lo que le regalen, le gusto o no, siempre lo tiene que agradecer.
Muchos niños tienen de todo, pero han perdido la capacidad de valorarlo, de asombrarse, porque apenas les ha costado conseguirlo. Casi siempre somos los padres los principales culpables de esta pérdida de asombro de nuestros hijos. Acostumbramos darles lo mejor de cada cosa, o incluso cuantas más cosas, mejor.
No nos damos cuenta que ayudamos a desvirtuar el valor de éstas, potenciándoles un afán desmedido de poseer. Como decía el filósofo Séneca: “los hijos criados en una atmósfera de sobriedad, se forjan en la mejor fragua de las virtudes”.
PARA PENSAR
Dar con una buena celebración de cumpleaños, en donde además estemos ayudando a nuestro hijo a crecer en virtudes, es mucho más gratificante que recurrir a lo más fácil (en ocasiones lo más caro).
1.- Celebrar a varios niños juntos en una misma fecha evita gastos y demasiadas salidas por las tardes, se puede comprar un regalo para cada niño de parte de todos los invitados, ponerle una corona, un disfraz que los distinga y las madre organizar juegos divertidos.
2.- No es necesario organizar una gran fiesta, una visita pensada al zoológico o a un parque especial, el estreno de una película, puede ser una celebración en familia, hermanos y primos, y con dos o tres amiguitos.
VIRTUDES PARA RECORDAR.
- Lo más importante de su cumpleaños es que le queremos y que fue una alegría el día que nació.
- Lo más importante es la amistad, que valore el tener amigos que van a su cumpleaños.
- Lo más importante no son los regalos, sino disfrutar de su día especial.
- Lo más importante no es “tirar la casa por la ventana” sino hacer un cumple sencillo, económico pero muy alegre.
OTROS DETALLES
Si el niño que cumple 3, 4, 5, años tiene una merienda en un salón de fiestas, con 20 niños y 20 adultos, probablemente habrá que quebrarse la cabeza para hacerle algo muy especial cuando cumpla los 10. Y, aunque parezca mentira, en la etapa infantil los niños disfrutan más con 5 o 6 amiguitos en casa, unos cuantos juegos con los padres y un montón de globos.
No lo han invitado al cumpleaños. Tu hija llega a casa triste porque no la han invitado a un cumpleaños. ¿Qué puedes hacer? No hagas un mundo de esto y, por supuesto, no pongas verde a la madre, sobre todo si tú sí que la invitaste; tampoco devuelvas con la misma moneda, si tu hija cuando sea su fiesta quiere invitarla, por último, cuando tú organices el cumple de tu hija y para que no haya desilusiones, lo mejor es que llames a las madres personalmente, en lugar de que se entreguen las invitaciones en el colegio.
¿Qué hacemos con los regalos?
Mi hija tiene que quedar bien y no puede llevar cualquier cosa. Las fiestas son oportunidades para enseñar que no es necesario tener de todo, incluso hacer algo con nuestros hijos para regalarlo como por ejemplo una cajita decorada, un collar hecho a mano, unas fotocopias para colorear encuadernadas, etc. Es enseñar el verdadero valor de un regalo pensando en la persona a quien se lo vamos a regalar.
“Mi hija no va a ningún cumpleaños, no tenemos presupuesto para tanto regalo”. Mira si esta decisión es positiva o por el contrario, le va dejando un poso de tristeza. Una caja de horquillas para el pelo, o gomas para las colitas cuesta poco, también puedes explicarlo con sencillez a la familia.
“Le han traído un montón de regalos, esto es horrible” Se pueden guardar e ir sacando poco a poco cuando vienen sus amigos, como ocasión especial. Otra manera de fomentar la generosidad es llevar a algunos juguetes a una parroquia u hospital para niños con menos medios o enfermos.
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