El trabajo y la diversión en la familia
mayo 7, 2012 4:12 pmEn los cursos de Escuela de Padres de Liceo Thezia hemos estudiado el papel del padre en la familia y uno de los libros que más han llamado la atención es el escrito por Dr. en Psiquiatría Aquilino Polaino titulado ¿Hay algún hombre en casa? del cual he tomado algunas interesantes consideraciones.
El hombre actual puede trabajar para poseer, sin tomar en cuenta que puede ser para ayudar creando empleos y autoperfeccionarse. Cuando se trabaja solamente para consumir más es una pobre realización. Otros pueden querer poseer para sentirse seguros al poseer más; también se puede dar el caso del activismo, el movimiento incesante que no les permite disfrutar de la obra bien hecha. Existen también los adictos al trabajo.
El Dr. Polaino nos aclara que hay cuatro criterios para definir a la persona adicta al trabajo:
Una especial actitud laboral
Una excesiva dedicación de tiempo y esfuerzo
Un cierto trastorno compulsivo e involuntario a continuar trabajando. Un desinterés general por cualquier otra actividad.
Para facilitar nuestra ubicación con respecto al trabajo, nos brinda una lista de los rasgos en el adicto al trabajo:
- Trabajar más de cuarenta horas a la semana y continuar pensando en el trabajo el fin de semana, acompañado de preocupación respecto al futuro profesional.
- No tomar vacaciones. Ignorar los tiempos máximo y/o mínimo de su dedicación profesional.
- Ser incapaz de decir no a cualquier nueva propuesta de trabajo adicional. No disponer de un sistema de prioridades estables.
- Evitar delegar porque nadie es capaz de hacerlo bien.
- Trabajar habitualmente en tensión.
- Ser calificado por perfeccionista por lo que lo conocen bien, experimentar placer al contar a los demás lo duro que es su trabajo.
Todos sabemos que con el trabajo nos enriquecemos, pero la sociedad entiende las cosas de otro modo ya que se sobrevaloran las consecuencias públicas del trabajo, como por ejemplo el éxito, popularidad, dinero, y no se estiman las consecuencias personales del trabajo como son los hábitos y el desarrollo de las funciones superiores como la inteligencia, la memoria, la prudencia, la constancia, etc. que son las que realmente nos perfeccionan.
Para que no nos desanimemos, el Dr. Polaino aclara que muchos buenos profesionales serían calificados de adictos y sería injusto porque disfrutan con su trabajo y cumplen una importante función social sin renunciar al ocio y al tiempo dedicado a su familia. Muchos experimentan junto al cansancio el gozo y satisfacción por los problemas resueltos y los servicios prestados.
Divertirse y pasarla bien.
Leemos en los clásicos que el ocio era “ninguna actividad” que generaba la máxima actividad que es hacer lo que a uno le da la gana. Si uno hace lo que quiere, crece y se desarrolla. Por el contrario, el negocio es la negación del ocio. Hoy casi todo se ha convertido en negocio hasta el punto que incluso las actividades de ocio son actividades económicas.
Un niño de un año ya sabe jugar y así investiga, aprende, se la pasa bien, se desarrolla, experimenta su libertad, por ello debemos incorporar el sentido de juego al trabajo: hacer de toda labor un juego donde la persona se pone a prueba y exterioriza lo mejor de ella, se la pasa bien. En todo juego hay normas y así aprendemos, más si trabajamos en equipo pues practicamos la solidaridad, el apoyo, la cooperación de unos con otros.
Para terminar con el tema el Dr. Polaino nos anima a transformar nuestra vida en una fascinante aventura :
“Y yo me pregunto, ¿por qué el estudio se asocia únicamente con el cansancio y la ansiedad de los exámenes? ¿Es que acaso el hombre no disfruta al satisfacer su hambre natural de saber? Estudiar, aprender, formarse, son también actividades lúdicas y gozosas. Cuando juego me lo paso bien, soy feliz. Porque pasarlo bien no es solo entre-tenerse: dejar que otros , o las circunstancias –a ver qué ponen en el cine- decidan por mí.”
Actitudes que caracterizan un trabajo digno y humanizado:
1.- Trabajar y poseer para que otros puedan trabajar: generación del empleo.
El empresario que trabaja de manera que sus empleados tengan más medios y dispongan de mejores oportunidades profesionales, no cae en las formas enajenantes del trabajo. Arriesga más porque se pone personalmente a disposición de otros: se arriesga a sí mismo, porque para él la riqueza es una posesión, es decir un medio y la creación de empleo es un fin.
2.- Trabajar para no poseer: las motivaciones trascendentes.
No es frecuente encontrar quien trabaje como los demás por motivaciones de mayor calado. Renuncia al dominio de sus posesiones que genera porque sus motivos son muy diferentes: los demás, Dios, la perfección personal, el progreso. Piénsese en la Madre Teresa de Calcuta.
3.- Trabajar para alcanzar el propio destino: de la identidad personal, a la vida lograda.
La vida es una tarea. Trabajar es el modo más relevante para transformar el mundo, el medio más apropiado para cuidar de los demás, para afirmarles en su propio valer, mientras se les ayuda a crecer. Es conquistar el propio destino, el cumplimiento de la personal y libérrima trayectoria biográfica.
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